En las hermosas instalaciones del Refugio Alpino de Balme (en la Provincia de Turín), tuvo lugar del 22 al 26 de julio, el tradicional encuentro entre los padres, sacerdotes, profesores y agentes pastorales de las comunidades parroquiales calasancias. Se reunieron , en el precioso y encantador entorno de las montañas alpinas, para transcurrir días de espiritualidad y de fraternidad.
La reunión fue organizada por la Provincia Italiana de las Escuelas Pías, con motivo del año dedicado a la fe, para profundizar en el conocimiento de nuestra vocación cristiana. En el discurso de bienvenida que le dio el Provincial, P. Ugo Barani, subrayó la variedad de proveniencias de aquellos que se identifican con el carisma calasancio, que lo custodian, lo difunden en el trabajo cotidiano apostólico y profesional. «Es lindo vernos a todos aquí – dijo el P. Ugo – reunidos en esta importante ocasión, que el año de la fe nos ofrece, para motivar con convicción nuestra vida de creyentes. Vuestra participación vuelve visible la Provincia Italiana presente en distintos ámbitos y servicios «.
Los días se organizaron con momentos de oración, de vida comunicaría y reflexiones. Los oradores fueron el P. General Pedro Aguado, presentando un Informe que llevaba como título El Año de la Fe en la Orden de las Escuelas Pías y el P. Giancarlo Bruni, biblista de los Siervos de María quien presentó el tema: Iglesia, ¿qué dices de ti misma? La reflexión del P. General, realizada en dos partes, afrontó como primera cosa el significado de la fe en la vida del escolapio, ya sea religioso o laico. “En este año dedicado a la fe –afirmó el P. Aguado- estamos llamados a volver a descubrir con fuerza la centralidad de la fe y de la presencia operante de Jesús en la historia. Este es el desafío que tienen por delante la Iglesia y las Escuelas Pias”.
Nuestra fe, por lo tanto, debe ser «apasionada», «dedicada a la misión», una fe «que quiere crecer y desarrollarse». Por lo tanto, es sólo en este proceso de conversión profunda, que se nos hace posible «reactivar» la fe en Jesucristo y obtener así para toda la Orden, el don de la revitalización. Un regalo que, responsablemente, nos invita al «radicalismo y a la centralidad en Jesucristo» y, por lo tanto, nos ofrece la oportunidad de redescubrir la importancia de la figura de Calasanz, que con amorosa dedicación ha elegido, para hacer la voluntad de Dios, pasar sus vida en al servicio a los niños. El P. Aguado, ofreciéndonos como modelo la vida del sacerdote español , en su decisión radical de seguir a Jesús, recordó a los escolapios religiosos y laicos el ejemplo de intensidad, de calidad de vida del Santo marcada por la búsqueda constante y tenaz de las exigencias del Evangelio. Solamente ésta tensión hacia el Fundador puede renovar y aumentar la vida de la Orden. Por este motivo, añadió P. General: “en los próximos años vamos a celebrar algunos eventos importantes: el Congreso Internacional de Espiritualidad Calasancia, que tendrá lugar en Bogotá, Colombia, del 22 a 26 de abril 2014; el aniversario de los 400 años de la fundación de la Orden (1617-2017) y los 250 años de la canonización de nuestro Fundador (1767-2017).
En la segunda parte del informe, en cambio, delineó la situación de la Orden en los países en los que están presentes los escolapios, poniendo de relieve los límites y posibilidades, problemas y recursos que se deben tener en cuenta como desafío delante al cual nos pone este año dedicado a la fe. En este sentido, concluyó el P. Aguado, «el año de la fe es un regalo de la Providencia para las Escuelas Pías.»
Las reuniones continuaron con las meditaciones del P. Giancarlo Bruni, que invitó a los participantes a hacerse la pregunta sobre “el sentido de la vida” que estructura profundamente todo el ser y provoca los cuestionamientos existenciales de sabor bíblico: ¿Quién soy yo? ¿A quién buscan? . Es muy importante despertar la actitud de búsqueda e incertidumbre, que ayude a madurar en el creyente la apertura a escuchar a Alguien que está dispuesto a comunicarnos gradualmente, pero definitivamente, el verdadero significado de la existencia.
La condición esencial para madurar esta actitud es el silencio. Habitar el Silencio es la expresión metafórica que el P. Giancarlo utilizó para indicar la urgencia y la necesidad de recuperar la dimensión profunda de la persona, en un momento en el que los ruidos y las distracciones triunfan: «el silencio – dijo P. Bruni – nos pone en una condición favorable para entrar en nosotros mismos y facilitar el viaje en el propio mundo interior, observando el fondo de nuestro corazón, capturando las preguntas y las aspiraciones secretas que en el se encuentran «. A partir de aquí comienza el éxodo que es una promesa de libertad y resurrección. Quién obra este cambio es Cristo, cuando tomamos como criterio para nuestras elecciones y nuestro comportamiento el mismo criterio que Jesús usó en su vida. En este camino de resurrección es importante confrontarse con la Palabra. Otra tarea para el creyente es la de habitar la Palabra: «Aquel que se interroga – argumentó el Relator – va a la página escrita, a la Palabra, que abre el significado de las cosas. Sumergirse en la Palabra es sumergirse en un mar de sentido «.
De la confrontación constante con la Palabra aprendemos también a reconocer la verdadera imagen de Dios, que lamentablemente hoy está, a menudo, adulterada por nuestros prejuicios y deformada por las falsas ideologías. De la escucha de la Palabra aprendemos que el rostro de Cristo es la imagen de Dios. Aprendemos también a conocer el destino de todo creyente: en Jesús nos reconocemos como hijos de Dios. Habitar la tierra como hijos es la condición del discípulo que sabe usar su libertad en una relación íntima y exclusiva con Dios, encontrando en el amor desinteresado y libre (ágape) el criterio de acción: «el camino del Ágape – concluyó P. Bruni – es el camino que lleva al mundo nuevo, aunque el mundo no nos reconozca y no nos dé la bienvenida. El hombre que ama a su enemigo es la imagen de Jesús, Hijo de Dios, que muere en la cruz por todos «.
La Iglesia debe redescubrir estas verdades y proclamarlas para la salvación de todos. Salvación que se vuelve historia si realmente es testimonio de nuestras vidas y signo de libertad y de resurrección: amor, comunión, honestidad, verdad…