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CALASANZ, Patrono ante Dios de los niños y sus escuelas

cala32aPara celebrar esta jornada calasancia, podemos comenzar leyendo el número 1 de nuestras Constituciones:

“La familia religiosa escolapia, con actitud humildemente agradecida, se reconoce como obra de Dios y del afortunado atrevimiento y tesonera paciencia de San José de Calasanz. Porque él, bajo el soplo del Espíritu, se entregó en cuerpo y alma a la educación cristiana de los Niños, especialmente de los pobres, en espíritu de inteligencia y piedad”. (Constituciones de las Escuelas Pías, 1).

Es verdad que la vocación escolapia es un don de Dios, y que la misión calasancia a favor de los pequeños es una gracia del Señor.

También es verdad que ese don y esa gracia fructificaron gracias al atrevimiento y a la paciencia de José de Calasanz.

Por eso, en este día, queremos agradecer al Dios de la vida por su bondad manifestada en los dones calasancios y de servicio a los niños que nos ha regalado a todos los que conformamos las Escuelas Pías.

Pero, de la misma forma, recordamos con cariño y gratitud la figura de Calasanz, con la intención de aprender de él la mejor manera de servir al Señor haciendo el bien a los pequeños y a los pobres.

También queremos traer a la memoria que el Papa Pio XII, en el Breve Apostólico Providentissimus Deus (del 13 de agosto de 1948), declaró a Calasanz “celeste patrono ante Dios de todas las escuelas populares cristianas del mundo”. Y si es patrono de las escuelas populares, también lo es de los niños y niñas más pobres y necesitados.

En lo profundo de nuestro corazón hay dolor y tristeza por la tragedia ocurrida hace unos días en Filipinas. Queremos solidarizarnos con el pueblo filipino y con nuestros hermanos de la Escuela Pía Filipina. Y de manera especial, orar –por intercesión de Calasanz, patrono de la educación popular cristiana- por los miles de niños y niñas filipinos que han quedado desprotegidos: recordémoslos en la celebración de la Eucaristía, y preguntémonos que signo de compromiso con estos hermanos nuestros nos inspira hoy el recuerdo vivo y agradecido de san José de Calasanz.