Una educación que se desarrolle solamente en el aula escolar es una pobre educación. Supongamos que sean 4 o 5 horas, durante 180-200 días al año, a lo largo de 14 años de escolaridad: se trata de algo menos de 2,5 horas cada día durante estos años de escuela, suponiendo que vaya siempre y que no se pierda ni un solo día, ni una hora de aprendizaje. ¿Y las otras 21,5 horas qué está aprendiendo el niño o el adolescente?
Una educación que se circunscriba al aula, al horario escolar, al calendario lectivo y al tiempo de escolaridad tiene poco alcance. A no ser que establezca alianzas con las familias, con los agentes de tiempo libre, con los propios alumnos en sus agrupamientos sociales, con los elementos sociales que crean cultura… ¡Ese es el desafío de una educación que merezca la pena!
Los escolapios queremos una educación en y para la vida, acompañando el desarrollo pleno de cada niño y joven, más allá del aula, que sea portadora de significado y transformadora de la sociedad.