Las Escuelas Pías y la Orden han recibido el regalo de una hija: la Fraternidad. Es de su propia sangre, de su mismo carisma, de su mismo ADN. Es un don de Dios que exige el compromiso del cuidado para criarla, para acompañarla, para ayudar a que sea adulta y ella misma.
En algunos lugares la Fraternidad es ya joven, en otros es adolescente, a veces niña… pero siempre una promesa de futuro y una oportunidad que hemos de cuidar para que crezca como Dios quiera, como ella vaya eligiendo, desde la cercanía y el amor.
Un precioso desafío escolapio de este momento.