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Todavía en algún lugar cuesta ver a la Fraternidad como una nueva realidad escolapia que está llamada a ser, junto con la Orden, un nuevo sujeto escolapio. Es una nueva forma de vivir, encarnar y desarrollar el carisma escolapios en nuestro tiempo. Y esto se ha de traducir en descubrimiento, compromiso, reconocimiento, corresponsabilidad… y en dejar obrar al Espíritu que sigue llamando religiosos y laicos escolapios para vivir felices y desarrollar la labor educativa, evangelizadora y transformadora, sobre todo con quienes más lo necesitan.