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La finalidad de toda educación es ayudar a que cada persona encuentre su propia vocación, el lugar donde pueda ser más útil y más feliz, allá donde pueda desarrollar sus talentos, la historia personal que responda al sueño de Dios.

La diferencia entre encontrar o no la propia vocación es la felicidad o infelicidad, el vivir plenamente o sobrevivir, el aportar a quienes nos rodean lo mejor de nosotros o simplemente coexistir…

Hoy muchas corrientes pedagógicas y educativas presentan excelentes caminos para desarrollar las aptitudes personales. Además de eso hace falta ayudar a descubrir para qué son y dónde pueden dar máximo fruto a lo largo de toda la vida.