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Cuando llegamos a este día de la Santísimo Trinidad se nos ofrece la posibilidad de mirarnos en el espejo de Dios y dejarnos mirar por él: Él que es Padre y Madre y nos mira como solo el amor puede mirar a un hijo; Él que es persona y amigo, hermano y compañero, que se muestra en el pobre, en el pequeño, en el necesitado que soy yo mismo y los que me rodean; Él que es Espíritu , vida en lo más profundo de mí, identidad profunda, fuerza… que me hace descubrir la presencia transformadora de un Dios que me envía hasta el fin del mundo a anunciar la Buena Nueva con la seguridad de saber que Él viene a nuestro lado.