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Como todos sabéis, el Papa Francisco ha puesto en marcha un formidable proceso de discernimiento eclesial sobre la sinodalidad. Durante dos años, toda la Iglesia va a trabajar sobre este apasionante desafío de busca una “Iglesia sinodal, desde la comunión, la participación y la misión”.[1]

No hay duda de que éste es el contexto desde el que vamos a vivir, trabajar y acoger nuestro 48º Capítulo General, previsto para el próximo mes de enero. La sinodalidad será, también, uno de los temas específicos que trabajaremos en las reuniones capitulares.

En esa carta fraterna quiero compartir con vosotros algunas reflexiones en torno a lo que a mí me gusta llamar la “sinodalidad básica”, es decir, la vida de la pequeña comunidad escolapia en la que cada uno vivimos nuestra vocación. Creo que no podremos avanzar de modo creíble en la propuesta de la sinodalidad si no cuidamos de modo especial el pequeño “sínodo cotidiano” que vivimos en nuestras comunidades, a través de nuestra vida compartida, nuestras reuniones, nuestra oración, nuestro testimonio diario. Sigo creyendo que esta sinodalidad básica es condición para la posibilidad de la otra, la sinodalidad escolapia y eclesial.

Tenemos el documento completo en https://scolopi.org/wp-content/uploads/2021/06/salutatio-2021-07-esp.pdf