La educación tiene valor en sí misma, pero ese valor no es completo hasta que la finalidad de esta formación no sea transformadora para cada una de las personas implicadas (alumnado y profesorado, hijos y familias…) y para la sociedad en que se sitúa.
Educar para tener más posibilidades que los demás, para ganar más, para tener más poder… no tiene valor, sino unas consecuencias terribles para todos. Educar sin finalidad, sin valores, sin propuestas… vale muy poco o nada, porque dejamos la dirección en el ambiente social y quienes lo controlan.
La educación escolapia es para conseguir la felicidad actual y futura de los estudiantes, así como para crear un mundo mejor para todos. Por eso, nuestra educación es integral, con una clara propuesta cristiana, para transformar.
Hay que destacar la iniciativa de la Red Itaka – Escolapios para dar más fuerza a los centros educativos transformadores con estos criterios tan escolapios, como podemos ver en https://www.educa.itakaescolapios.org/