Unos días antes de salir de viaje hacia México para participar en el Capítulo General, viajé desde Roma a Génova para acompañar a un joven italiano, Elia Guerra, en su ordenación sacerdotal. El viaje de Roma a Génova en tren dura cinco horas, lo cual permite dedicar tiempo a muchas cosas; también a reflexionar.
En un momento concreto, busqué por internet el trayecto concreto del tren, colocando su número en el buscador. Y allí apareció, completa y detallada, la “hoja de ruta” del viaje: todas y cada una de las paradas, el tiempo de espera en cada lugar, la hora de salida de cada punto, y la hora de llegada del tren a su destino final, la estación de Génova.
Yo estaba preparando una reflexión sobre el acompañamiento de los religiosos adultos jóvenes, que pensaba presentar en el Capítulo General. Y el ejemplo de la “hoja de ruta” del tren me sirvió para hacerme consciente de que nuestra vida, la vida de cada uno de nosotros, y especialmente la vida de los jóvenes escolapios que se ordenan y afrontan sus primeros años de vida adulta no es, en absoluto, como el viaje de un tren. Dios no nos da una “hoja de ruta” en la que se detalla lo que vamos a vivir y cómo lo vamos a vivir. Todo lo contrario, nuestra vida es muy abierta, y en ella vivimos procesos muy diversos que, poco a poco, van configurando el escolapio que somos…
Encontramos la carta completa en https://scolopi.org/wp-content/uploads/2022/04/salutatio-20220501-esp.pdf