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La Fraternidad sigue su camino, en algunos lugares con más de 30 años, y sigue creciendo poco a poco en número, en fidelidad de sus miembros, en servicio a la misión escolapia, en vivencia del seguimiento de Jesús… y todo eso está muy bien.

Pero también tiene desafíos importantes para ser más significativa en la Iglesia, en las Escuelas Pías, en la misión que también le ha sido encomendada desde el carisma de Calasanz.

Uno de ellos, quizá el central desde el que siguen otros muchos, es tomar conciencia de su identidad propia, siempre de la mano de la Orden, como vocación particular y conjunta que han recibido y que debe enriquecer más a todas las Escuelas Pías con su voz, su reflexión, sus propuestas, su compromiso siempre creciente, su fidelidad a lo largo del tiempo…