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Guerras como la que está viviendo Ucrania o el conflicto en Siria, que ha cumplido 11 años, fuerzan a millones de personas a abandonarlo todo para salvar sus vidas. 

Ya son más de 100 millones de personas en el mundo las que se han visto obligadas a huir de sus hogares. La mitad son niños y niñas. 

 

Niños y niñas que han tenido que enfrentarse a la violencia y dejar atrás su familia, su casa, su escuela, su seguridad. Las situaciones de desplazamiento los exponen al riesgo de sufrir abusos o de ser reclutados por parte de grupos armados. En el caso de las niñas, se enfrentan a violencia sexual o a ser víctimas de trata. 

 

Por eso, en la emergencia, es muy importante proteger la infancia y defender las escuelas. El derecho a la educación, es para los niños y niñas, espacio de protección, de inclusión y de convivencia. La escuela es su refugio.

 

El lunes, 20 de junio, conmemoramos el Día Mundial de las Personas Refugiadas, un día en el que queremos seguir reivindicando la educación como motor de reconstrucción, como llave de acceso a una vida digna, como esperanza para el futuro. La educación es fundamental para generar una cultura de paz que pueda sanar nuestro mundo y construir justicia y solidaridad.