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En este momento nuestra Iglesia está llevando a cabo el «Sínodo de la sinodalidad»: un encuentro mundial, anunciado en marzo de 2022 para concluir en octubre de 2022, para discernir cómo ser más Pueblo de Dios, que deja espacio a todas las personas y las escucha, que crea comunión, que se enriquece con los carismas de todos, que sigue al Señor juntos los unos de los otros.

Si pensamos en la parcela de la Iglesia que nos corresponde a los escolapios, la sinodalidad conecta con muchas realidad ya vivas en medio de nosotros: el modelo de presencia, la misma Fraternidad y la pertenencia de religiosos y laicos en la misma, los escolapios laicos, los consejos parroquiales y equipos de dirección de nuestras obras, los envíos compartidos de personas de la Fraternidad a otros países y presencias, la Red Itaka – Escolapios como signo especialmente claro de una sinodalidad incluso jurídica… y muchas ocasiones de encuentro, celebración, retiros donde colocamos a Jesús en el centro y nos situamos todos como discípulos.

Sinodalidad es reconocer la pluraridad en la Iglesia y en las Escuelas Pías, la necesaria escucha permanente y corresponsabilidad. Es redecubrir que cada persona es Iglesia, que es llamada para ser también protagonista junto con las demás.

Es mucho lo que ya hemos recorrido y somos conscientes de que hemos de seguir dando pasos en nuestra formación, en la relación cercana de religiosos y laicos, en el impulso de la Fraternidad y las demás modalidades de participación, en valorar las realidades existentes (comunidades conjuntas, ninisterios, escolapios laicos, envíos…), la cercanía al Movimiento Calasanz sobre todo con la juventud, procurar espacios donde cada cual pueda decir su palabra, compartir responsabilidades, impulsar la Red Itaka – Escolapios…

La sinodalidad es descubrir que tengo derecho y obligación de decir mi palabra y escuchar la de los demás, compartir acciones y comunión, descentrarnos de nosotros mismos para trabajar juntos por los niños, jóvenes, pobres…