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Es bueno que lo repitamos una y otra vez, que no nos despistemos con otros objetivos buenos pero no centrales, que pongamos cada vez más el foco en lo importante: la transformación personal y social es la finalidad de nuestra vida y misión escolapias.

Calasanz queda impactado con la pobreza, con la llamada de la niñez pobre, y que quiere dar una respuesta: transformar esa sociedad (y la propia Iglesia) y transformar esos pequeños para tengan presente y futuro.

El criterio para revisar y mejorar nuestras presencias escolapias es ver si transformamos personas y el entorno. Así de claro.