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Hay que repetirlo una y otra vez: «Nos hacen falta más vocaciones en el ministerio ordenado y en la vida consagrada, pero sobre todo en la vida cristiana de personas bautizadas….

Pensar en una vocación solo es posible allí donde la cultura ambiental osa todavía soñar ideales y no se repliega de manera pragmática-cínica en aquello que es meramente tangible y factible. Las vocaciones solo germinan allí donde, dando la espalda a una civilización de la diversión, se vuelve a tener interés por las grandes cuestiones de la vida. Este es el humus cultural necesario para la eclosión de vocaciones específicas. Y todo esto, se desprende del bautismo y concierne a todos los cristianos. Únicamente veremos nuevas vocaciones si obtenemos mejores bautizados. He ahí la raíz del problema y a la vez su solución».

Fuente y artículo completo en https://bitly.ws/ZqLR