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Acabamos con un dolor inmenso por la injusticia de la guerra, el hambre, la desigualdad, el silencio cómplice… mientras nos llega el grito de la humanidad.
Celebramos un nuevo año en medio de una inhumanidad terrible…
Pero lo hacemos con la esperanza renovada en el anuncio de cada Navidad: «Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra». Y estamos confiados en la buena gente que vive comprometida con una sociedad mejor para todos. Ahí queremos estar siempre: desubriendo a un Dios que nos llama a construir una humanidad hermana.