Nuestro Santo Padre nos propuso un alto ideal: llegar a ser “cooperadores de la Verdad”. Nos identificamos con este nombre, que es propuesto por Calasanz para definir nuestra identidad. Claro que no es sólo nuestro. Por ejemplo, el propio Papa Benedicto XVI lo utilizó en su lema episcopal, aunque sin el adjetivo “idóneo” o “auténtico” que Calasanz colocaba siempre delante. Pero, aunque no sea sólo nuestro, es absolutamente nuestro, y nos debe ayudar a comprendernos, a presentarnos y a caminar hacia el ideal propuesto por el fundador.
Esta denominación se encuentra en el tercer párrafo del Proemio que Calasanz redacta para presentar sus Constituciones. Es bueno leer completo el Proemio para entender la intención del fundador, y es fundamental situar la propuesta calasancia en el contexto de este tercer párrafo. En él, Calasanz nos presenta una de las más fructíferas e inspiradoras aportaciones, como fundador, a lo que es la identidad escolapia: somos “cooperadores de la Verdad”. Somos cooperadores de la misión de Cristo, cooperadores del Evangelio. Colaboramos con el Señor. Sin duda inspirado en el versículo 8 de la tercera carta de Juan (el elogio de Gayo), Calasanz nos regala un nuevo nombre, que define muy esencialmente lo que somos y estamos llamados a ser.
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