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Conocer, meditar, rezar, para dar testimonio
Sólo cuando se conoce, se medita y se reza con la Palabra el creyente puede dar testimonio de ella. Encantarse por la Palabra compromete, y hace que los demás estén encantados por el efecto que la Palabra tiene en la vida. La Palabra transforma, nos hace hombres y mujeres nuevos, con una mirada nueva, nacida de Dios, una mirada marcada por el espíritu de Dios, que cambia la vida de quien cree en Él.

El Mes de la Biblia lleva a reflexionar sobre el espíritu que da vida, sobre lo que impulsa la vida personal y comunitaria de los creyentes. Cuando alguien permite que Dios ponga su espíritu en él, su vida se vuelve más plena y significativa. Esta es una dinámica importante en una sociedad en la que la materialidad, la individualidad y la inmediatez se anteponen a una vida basada en el Espíritu.