Seleccionar página

Nuestro mundo necesita testigos, de primera mano, de la presencia y actuación de Jesús vivo entre nosotros: «Yo te conocía sólo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos» (Job 42, 5), «Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos» (1 Jn 1,3).
Ese testimonio debe ser creíble, autentificable, generador de confianza y capaz de mover a otras personas. Por eso, ha de ser personal a la vez que comunitario y compartido, tiene que ser más de vida que de palabras, deve ser acompañado de una coherencia de vida… y de mucha presencia del Espíritu.
Ese es el gran desafío de los escolapios, de los sacerdotes, de los educadores, de las familiasa, de todo cristiano… de ti y de mí.