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La vocación es el descubrimiento de lo que Dios espera de cada uno de nosotros. No siempre es fácil saber qué quiere, pero sí tenemos algunos indicadores que nos pueden ayudar: aquello en lo que pueda ser más útil a los demás, aquello que me haga sentirme cada vez más cerca de Jesús, aquello que me llena de esa profunda felicidad que intuimos cuando hemos hecho a alguien más feliz, aquello que va creando una sociedad como Dios manda…
Y el camino para ese descubrimiento es agudizar la sensibilidad, la cercanía a Jesús y su Evangelio, el compartir el dolor y las necesidades de los demás, el atrevernos a preguntar a Jesús qué quiere mí.
Por eso, puede ser útil esta pregunta que encabeza el testo: padre escolapio, religiosa escolapia… ¿por qué no?