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Una reflexión de interés y con propuestas de Xiskya Valladares, rp, en Religión Digital

No hace falta describir el panorama en que nos encontramos. Todos lo sabemos, pero en pocas palabras sería: envejecimiento de las comunidades, pérdida de identidad y sentido de misión, dificultades económicas, y en algunos casos también desvinculación con la sociedad actual, tensiones internas, falta de renovación, y casos de abusos.
El mundo y la Iglesia necesita de la Vida Consagrada. Y eso nos lleva a afrontar los desafíos:

  1. Fomentar la pastoral vocacional.
  2. Intercongregacionalidad.
  3. Integración de laicos en la misión.
  4. Escucha activa y discernimiento comunitario.
  5. Actualizar el lenguaje y los medios.
  6. Presencia en las periferias.
  7. Formación permanente en clave sinodal.
  8. Acompañamiento espiritual y psicológico.
  9. Gestión colaborativa de recursos.
  10. Innovación en la sostenibilidad económica.
  11. Prácticas sinodales internas.
  12. Renovación del liderazgo.

Y todo esto en clave de esperanza dando testimonio profético que muestre con alegría y valentía que la vida consagrada sigue siendo relevante y transformadora en un mundo herido.

Fuente y texto completo en https://lc.cx/BEFm9L