Una reflexión ante la «supuesta necesidad» de rearmarse para la seguridad.
Dicen que es hora de preparar la paz a través de las armas. Como la antigua máxima, que dice ‘si vis pacem para bellum’, esto es, que, si queremos la paz, debemos prepararnos para la guerra. Disuasión y control, argumentan. Miedo y desconfianza, me parece a mí. ¿Si realmente queremos la paz, es la guerra lo que debemos preparar? Si preparamos la guerra, será guerra lo que obtendremos. Aquí o allí, más tarde o más temprano, pero el resultado será la guerra. No hay duda. Las armas no traen ni paz ni seguridad. El militarismo y el belicismo fomentan la violencia, la dominación, las violaciones de derechos humanos y las guerras. Dolor y destrucción. Si realmente queremos paz, paz es lo que debemos preparar. ¿Cuánto dinero, tiempo, energía, formación, intereses y discursos se han destinado a lo largo de la historia (y también ahora) a promover el militarismo? ¿Y cuánto, sin embargo, a promover una cultura de paz sólida? La importancia que uno y otra tienen en nuestra forma de pensar, en nuestro día a día y en las políticas de nuestros gobiernos no es casualidad. El militarismo nos ha colonizado.
Si “es hora” de algo, es de ser valientes y creativos; de defender políticas sociales, políticas que cuiden la vida; de promover la convivencia, la solidaridad, la educación para la paz, el bienestar y los derechos humanos de todas las personas en todas partes. De manera cotidiana, permanente y de lo local a lo global, además. Esas sí son verdaderas herramientas (y políticas) de paz y seguridad.
Artìculo completo en la página de la Universidad del País Vasco: https://lc.cx/QGr3sl