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La misión escolapia es inmensa y necesitamos manos, muchas manos y corazones, para dar respuesta a tantos miles y miles de niños, adolescentes, jóvenes, necesitados de un futuro de esperanza donde puedan desarrollar plenamente sus vidas y colaborar en laconstrucción de un mundo más humano, más hermano.
Y para ello tenemos que orar y pedir al Señor que mueva los corazones de jóvenes, y adultos, capaces de ponerse al servicio de los demás en las numerosas obras y proyectos de los escolapios.
Necesitamos religiosos que consagren la vida entera, miembros de la Fraternidad que vivan el carisma escolapio desde la vida laical, educadores identificados con la educación transformadora escolapia, voluntariado que sea signo y motor de muchos proyectos, socios que apoyan con sus recursos económicos, colaboradores de muy diferentes formas… Necesitamos a todos.
Orar, convocar, acompañar son acciones que hemos de seguir impulsando.