Queridos hermanos y hermanas de las Escuelas Pías,
En este año 2025, la fiesta de nuestro Santo Padre San José Calasanz se reviste de una luz especial, celebramos su memoria en el marco del año jubilar convocado por el Papa Francisco, y animado por el Papa León XIV, con el lema Peregrinos de la Esperanza. Nosotros, como familia escolapia, nos sentimos profundamente llamados a vivir este tiempo como auténticos peregrinos, caminando juntos en la noble misión que nos ha sido confiada.
La historia ilumina el presente, y ofrece claves para conocernos y orientarnos. Calasanz vivió en Roma más de medio siglo, y durante ese tiempo fue testigo y partícipe de varios jubileos: los ordinarios de 1600 y 1625, y los extraordinarios de 1605 y de 1621. Entre todos ellos, el año santo de 1600 convocado por Clemente VIII, dejó una huella imborrable en su vida. Roma, en aquel entonces, acogió a tres millones de peregrinos (una cifra impensable para la época) en un ambiente vibrante de fe, servicio y reconciliación.
Para Calasanz, aquel jubileo fue mucho más que un acontecimiento devocional. Muy pronto, la gracia jubilar se tradujo en entrega concreta: catequizar a los peregrinos, asistir a los pobres, acompañar a los enfermos, administrar sacramentos, visitar basílicas y servir allí donde hiciera falta. Esa implicación pastoral y caritativa no fue solo un gesto extraordinario para vivir el Jubileo, sino el inicio de un cambio de rumbo decisivo. En ese contexto se consolidó el camino que daría nacimiento a las Escuelas Pías.
Hoy, cuatro siglos después, también nosotros estamos llamados a que este año santo sea más que un tiempo de celebraciones. Que sea un kairós en el que la esperanza se vuelva acción y se traduzca en gestos concretos de misericordia, la fe nos sostenga, y nuestra vocación escolapia se revitalice.
Os invito a vivir intensamente la fiesta de San José Calasanz en las misas, oraciones y celebraciones de vuestras presencias escolapias, y que redescubramos el sentido profundo del jubileo: un tiempo para volver a lo esencial, para reconciliarnos, para mirar el mundo con un corazón renovado y para servir con alegría. Como él, que unió contemplación y acción, peregrinación y apostolado generoso, nosotros también podemos transmitir la vida del jubileo en nuestras aulas, comunidades, parroquias y en las fronteras geográficas y existenciales donde late nuestra misión.
Querida familia escolapia, el año jubilar es un tiempo de gracia. No lo dejemos pasar como un espectador ve pasar una procesión. Entremos en ella. Caminemos con paso firme, como peregrinos de la esperanza, hacia el horizonte, que es el encuentro con Jesús, animados por el testimonio de Nuestro Santo Padre y por el deseo de que cada niño, niña y joven encuentre, en nuestras obras, un lugar seguro donde aprender, crecer y soñar.
Que San José de Calasanz, peregrino incansable y servidor de todos, interceda por nosotros y nos obtenga del Señor la gracia de vivir este año jubilar con pasión, creatividad y alegría misionera.
Con afecto fraterno,la Congregación General de las Escuelas Pías.