Seleccionar página

Es bueno para todos las religiosas y religiosos escuchar estas reflexiones que hizo el Papa el 9 de octubre, en el día del Jubileo de la Vida Consagrada en Roma, como podemos ver íntegro en https://es.zenit.org/2025/10/09/la-homilia-del-papa-a-las-personas-consagradas-en-el-dia-de-su-jubileo-en-el-ano-santo/?eti=27937#google_vignette

Recogemos aquí algunas palabras fundamentales de esta homilía:

  • «Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.» (Lc 11,9). Con estas palabras, Jesús nos invita a dirigirnos con confianza al Padre en todas nuestras necesidades.
  • “Pedir”, de hecho, es reconocer, en la pobreza, que todos es don del Señor y dar gracias por todo; “buscar” es abrirse, en la obediencia, a descubrir cada día el camino que debemos seguir para alcanzar la santidad, según los designios de Dios; “llamar” es pedir y ofrecer a los hermanos los dones recibidos con corazón puro, esforzándose en amar a todos con respeto y gratuidad.
  • “Pedir”, “buscar”, “llamar”, entonces, quiere decir también mirar hacia atrás la propia existencia, trayendo a la mente y al corazón todo lo que el Señor ha realizado, a lo largo de los años, para multiplicar los talentos, para acrecentar y purificar la fe, para hacer más generosa y libre la caridad.
  • Es una invitación a que ustedes extiendan el “pedir”, el “buscar” y el “llamar” de la oración y de la vida al horizonte eterno que transciende las realidades de este mundo, para orientarlas hacia el «domingo sin ocaso en el que la humanidad entrará en tu descanso»
  • «conservad —escribía a los religiosos— la sencillez de los “más pequeños” del Evangelio. Sabed encontrarla en el íntimo y más cordial trato con Cristo o en el contacto directo con vuestros hermanos. Conoceréis entonces “el rebosar de gozo por la acción del Espíritu Santo” que es de aquellos que son introducidos en los secretos del Reino. No busquéis entrar a formar parte de aquellos “sabios y prudentes”, […] para quienes tales secretos están escondidos. Sed verdaderamente pobres, mansos, hambrientos de santidad, misericordiosos, puros de corazón; sed de aquellos, gracias a los cuales el mundo conocerá la paz de Dios».