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La misión a la que hemos sido llamados los escolapios es lo primero. Es lo que no une en comunidad y nos hace vivir de una determinada manera. Es lo que nos lleva a vivir con una determinada espiritualidad, siendo contemplativos en la acción. Es lo que nos hace organizarnos, crear instituciones que perduren en el tiempo y sean más eficientes. Es lo que nos da la felicidad de saber que estamos haciendo lo que teníamos que hacer. Es lo que movió a Calasanz, y a cada uno de nosotros, a dejar otros planes legítimos para centrarnos en lo más importante: es nuestro tesoro escondido que hemos encontrado, por el que merece la pena venderlo todo.