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En la tristeza de estos días vamos compartiendo con mucha profundidad la vida de Juanma. Tenía tantos proyectos para compartir… con la ilusión de quien se ofrece donde haga falta, y así, de repente, se nos ha ido nuestro bueno y querido hermano; escolapio, sacerdote, educador, hombre sencillo, servicial y trabajador.
A los sesenta años, llenos de mucha historia, de muchos nombres, de mucha docilidad a la obra del Espíritu, Juanma seguía ofreciendo su vida a los demás, y se despedía de sus dos años en Logroño con una excursión al monte, una de sus grandes aficiones, para empezar una nueva época en su Bilbao natal, en el colegio de su infancia y juventud.
Muchos lugares han sido casa y hogar para Juanma. Muchos lugares y muchas personas. Desde sus años de scout en Mikel Deuna de Bilbao, con sus ilusiones vocacionales y sus primeros pasos escolapios, su carrera de psicología en Deusto, sus años comunitarios en aquellas comunidades de Zurbaran hasta Pamplona- Iruña, donde comenzó a estudiar teología. Allí llegó con apenas veintidós años para estudiar en el Centro Diocesano, en una época de brillantes profesores.
Los años de formación los acompañó con el trabajo pastoral, algunas clases y el acompañamiento de aquel naciente Mikel Gurea. Mantuvo amistades y relaciones en los equipos de la Delegación Diocesana de escultismo, en Euskal Herriko Eskautak. A partir de ahí, inició un itinerario vital por varios lugares de nuestra provincia escolapia,
entonces Vasconia, Eskolapioen Euskal Barrutia ; Vitoria- Gasteiz, Tolosa, Bilbao…, en varios lugares fue director del colegio, pero sin duda, marcó intensamente su vida la experiencia en el barrio de Peñaskal de Bilbao del que tanto hablaba, en donde se hizo aprendiz de fontanería con los chavales del barrio para llegar a ser un “cura fontanero”, maestro de la profesión para los chavales de aquella Fundación que crearon los escolapios de aquellos años.
Compaginó ese tiempo con responsabilidades en la pastoral juvenil desde la parroquia de Rekaldeberri, años intensos de vida, de trabajo con jóvenes, da apuestas sociales comprometidas y de trabajo por la paz, participando desde el colegio escolapio y la parroquia en el comienzo de Gesto por la Paz.
Llegó de nuevo a Pamplona, en la madurez de su juventud, a coordinar los trabajos pastorales del Colegio Calasanz y fortaleciendo la presencia de los escolapios en la comunidad del casco viejo. Con él se fueron asentado los grupos de jóvenes adultos, las primeras comunidades, la fraternidad de Lurberri, lugar de vida eclesial para la familia escolapia de Navarra.
Siguió recorriendo algunos otros lugares del mapa escolapio. En Tolosa, además de mejorar su euskera y comenzar en tareas de administración, asumió retos como ser profesor de música, recordando años más tarde que aprendía con y de los propios chavales cómo dar música. Más tarde, en Vitoria – Gasteiz, seguirá forjando su vida desde la entrega y generosidad que siempre le han caracterizado, impulsando grupos de chavales y la pastoral, incluso haciendo de Akela, Balú y lo que hiciera falta para los más pequeños.
Volverá de nuevo a Pamplona, a la Rotxapea, a asumir el nuevo colegio escolapio de La Compasión, un nuevo reto en su vida, pero su tono organizado, su serenidad, su cuidada amabilidad en las relaciones, la exigencia, especialmente consigo mismo, en el trabajo y su entrega y dedicación, le garantizan la acogida, la aceptación y el buen acompañamiento de toda la comunidad educativa de este colegio. Hizo pronto del buen hacer heredado de las religiosas y educadores un colegio escolapio.
Después fue enviado a Venezuela como responsable de la vida escolapia de este país, pero al ser Pedro Aguado elegido Padre General de la Orden, vuelve pronto para ser el responsable provincial de Emaús. Recordamos algunos el primer día en Vitoria de ser Provincial asustado por el cargo, pero con mucha esperanza y confianza. Nuevos movimientos escolapios le envían a la unión de los países de Brasil y Bolivia, regresando a América, a la que tanto ha querido. Y hace dos años y medio vuelve a nuestra tierra, a Logroño, un nuevo y desconocido lugar para él, pero donde pronto empieza a fortalecer las líneas de vida y misión escolapias: acompañando la misión compartida, subrayando la identidad escolapia, impulsando el trabajo en el colegio, cuidando el acompañamiento de los grupos de discernimiento de adultos y desarrollando la fraternidad escolapia. En nuestra Provincia de Emaús ha sido el responsable de la gestión, economía y obras estos años, tareas inmensas que él ha asumido como servicio, disponibilidad y con dedicación.
Estos días dejaba Logroño para acompañar la rica presencia escolapia de Bilbao: el colegio, Itaka – Escolapios, los procesos de pastoral y las comunidades de la Fraternidad. Iba como siempre, con más nombres de personas queridas en su corazón, ahora riojanas, a entrar despacio y con cuidado, a ofrecer su calidez y su serenidad.
También con sus dificultades, sus inseguridades y heridas de las crisis de la vida que siempre ha asumido con fe y tranquilidad. Había pensado cómo organizarse bien, iba a seguir atendiendo los lugares escolapios de la Provincia, en sus estructuras y organización, cuidando, como siempre a las personas. Porque lo que más le gustaba a Juanma, con mucha diferencia, era la gente, estar con la gente, querer a la gente y que le quisieran. Nos contaba que él se hizo escolapio para la gente. Lo decía tan normal y los demás veíamos que era lo que realmente sentía, demostrando que es posible una vida de entrega y una felicidad que no nace del lugar en el que uno está o de las cosas que uno tiene, sino del sentido de dar la vida por el Reino de Dios al estilo de Calasanz.
Juanma decía muchas veces que lo más importante en la vida no es ser feliz sino estar centrado, como le escuchó a Juan Mari Uriarte alguna vez. Centrado en Jesús, en la comunidad y en buscar el bien y la justicia para los chavales, especialmente para los más débiles. Y siempre repetía que la promesa de Dios no es sentirse bien, es la plenitud.
Y su vida ha sido tan plena que sabemos que ha tenido una profunda experiencia de Dios y que ahora habita en Él. Sus alumnos de cuarto de ESO escribían estos días: “Siempre estaba dispuesto a dar la mano a quien lo necesitaba, siempre dispuesto a responder cualquier inquietud y más que nada siempre atento y con tiempo para ofrecer a los demás”.
Los profesores de Logroño, que se han ido despidiendo en tantos encuentros alegres esta semana pasada, las familias que se acercaban ayer al colegio… nos decían cuánto se le ha querido. Y con su familia, con sus hermanos, confirmábamos que él, verdaderamente, se ha sentido muy querido.
Seguro que soñaba con algún reencuentro con sus hermanos americanos, con alguna misión allí, para querer y dejarse querer, siempre viendo lo mejor de cada persona desde la fe en el Dios de la misericordia… Y como todo religioso, todo escolapio, viajando hacia dentro también, en su interior, para encontrarse más con Jesús, el Señor de su vida, y no necesitar más horizontes en la vida que el: “hágase tu voluntad”.
Damos gracias por tu vida Juanma, por tu fe, por tu entrega y servicio. Y damos gracias, en momentos como este en el que se ve todo más claro, por toda la Escuela Pía, por la suerte de compartir esta Provincia de Emaús, por los escolapios, las Fraternidades y la misión conjunta que llevamos adelante por los chavales como ha hecho Juanma, y Antonio, Iñaki, Pedro, Lekun…, y tantos otros antes. Amigo, hermano, escolapio, ESKERRIK ASKO, Juanma. Te queremos. Goian Bego, Egun handia arte ¡!