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Este año que se acaba, a pesar de tanto dolor y desafío, es una oportunidad para aprender que nos necesitamos todos, que el destino de la humanidad está conectado, que la ciencia y la colaboración de todos puede vencer los retos que lleguen, que aun en medio del sufrimiento (y ahí más que que en ningún otro lugar) está el Señor crucificado a nuestro lado.

Y el año 2021 que nos llega es una oportunidad para poner en marcha estos aprendizajes, para reiniciar con nuevo vigor, para comenzar un futuro mejor para toda la humanidad, para descubrir y construir un mundo fraterno y solidario como Dios quiere.