Cada tiempo de Navidad es un recordatorio de aprender a ver en el pequeño, en el pobre, en el que está en las periferias, en las estrellas, en tantos ángeles que el Señor envía… la presencia de un Dios todopoderoso que se coloca en nuestras manos para que lo cuidemos y descubramos en él el amor infinito que solo Dios puede dar.
Y hoy pdemos ver esos signos en los niños que están en nuestras escuelas, en los jóvenes del Movimiento Calasanz, en tas personas que hacen posible esa red tan solidaria que es Itaka – Escolapios, en los educadores entregados, en los voluntarios que comparten su tiempo, en las Fraternidades que siguen descubriendo la importancia de Calasanz, en los religiosos escolapios entregados… y ahora también en esas nuevas Escuelas Pías que están naciendo en Guatemala con el envío de estos cuatro escolapios (Aarón, Melchor, Francisco y Carlos). ALELUYA.