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Cuando se habla tanto de autorrealización y felicidad personal, cuando se descubre la importancia de que cada persona encuentre su lugar en el mundo, cuando nuestro planeta necesita personas capaces de cuidarlo para el presente y el futuro, cuando vemos las consecuencias de personas mal situadas en su vida personal y social… cobra más vigencia aún el desafío de encontrar la propia vocación, el camino que lleva a vivir plenamente y aportar al entorno lo mejor que cada cual lleva.

Y ahí se descubre nuevamente el papel del educador que ayuda a descubrir la vocación, el catequista o sacerdote que acompaña, la familia que anima y orienta, los amigos que hacen posible las opciones fundamentales y, sobre todo, el encuentro vivo con Jesús, que es el el Señor de la Vida, la Verdad y el camino.