Lo importante en una presencia siempre deben de ser las personas. Y entenderlas como buscadas por Jesús y acompañadas por Jesús, como seguidores. Los que animamos las presencias debemos estar pendientes y presentes en los momentos vitales de cada persona, acompañando e iluminando. Nunca las personas estarán al servicio del proyecto, sino al revés. Y cuidaremos especialmente su sentirse seguidores/as de Jesús. También nosotros, animadores, seremos uno más, en ese caminar tras Jesús.
Otro subrayado que hago sería el del apellido “escolapia”. Hay que creer en que la construcción de comunidad cristiana no es una tarea secundaria en relación al carisma escolapio. Calasanz muy pronto intuye que su misión es imposible sin una comunidad recia y comprometida, valiente y entregada. Por eso dedicará tantos esfuerzos a estructurarla y concretarla en las fórmulas más adecuadas, que tras varios años se decantó como Orden religiosa. Crear comunidad cristiana es también misión escolapia, tanto como educar o evangelizar a los niños y jóvenes.
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