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Me gusta pensar este pasaje como si estuviera dirigido a todas esas personas -muchísimas- que colaboran con el proyecto calasancio en tantos lugares del mundo. Y lo hacen de manera diferente, generosa, sencilla, humilde. ¡Cuánto tenemos que agradecer a nuestros benefactores, a quienes nos ayudan de tantos modos!

Es imposible citarlos todos, no ya sus nombres, por supuesto, sino el modo y manera en el que colaboran y ayudan a las Escuelas Pías, con amor y disponibilidad. Personas que cuidan nuestras iglesias; médicos y enfermeros que nos atienden; personas que cuidan a nuestros ancianos; profesionales que ayudan en la formación de nuestros jóvenes; personas que nos ayudan con sus recursos materiales; personas que dan su tiempo por las Escuelas Pías; personas que oran por nosotros; personas que promueven nuestras vocaciones; educadores y colaboradores de nuestras obras; personas que dan su tiempo sin calcularlo; técnicos que coordinan aspectos de nuestra vida y misión que nosotros no podríamos atender; profesionales que trabajan con nosotros; obispos, sacerdotes y religiosas que se esfuerzan por colaborar; etc. Muchos de ellos son exalumnos, incluso de colegios que ya no existen porque las circunstancias sociopolíticas del país no lo permiten, pero siguen asociados y profundamente comprometidos con la Orden. Es impresionante la lista de personas que colaboran con el sueño de Calasanz ayudando, de múltiples modos, a sus hijos escolapios.

Encontramos la carta completa en https://scolopi.org/wp-content/uploads/2021/10/salutatio-esp-20211101.pdf