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Ayer celebrábamos en Roma y en muchas partes del mundo el 400 aniversario de la Orden de las Escuelas Pías.

Este aniversario no debe ser solo un recuerdo de una fecha tan significativa. Es también tomar conciencia del reconocimiento de la Iglesia para unas Escuelas Pías que son un gran regalo para la humanidad y, sobre todo, para los más pequeños y los más necesitados. Es también una apuesta por los votos solemnes, por las opciones definitivas, por el compromiso para toda la vida que hacemos los escolapios. Es también agradecer una historia, reconocer la labor de cientos de escolapios en ese recorrido, es asumir el desafío de seguir la labor de Calasanz y de tantos religiosos. Es, por otro lado, sentirnos familia calasancia, junto con otras congregaciones hermanas. Es volver a pondernos en las manos de Dios para que nos ayude a cumplir su voluntad, siguiendo los pasos de Jesús, al estilo de Calasanz, junto con todos los escolapios.

Podemos ver algunas imágenes de este día y aprovecharlas para orar al Señor de nuestras vidas en https://www.facebook.com/media/set/?set=a.4491690857577454&type=3