Calasanz es un gran personaje, no suficientemente reonocido por la historia a pesar de su gran aportación a la humanidad: quizá porque tanto él como sus seguidores, los escolapios, hemos estado más preocupados por la misión de cada día con tantos niños y jóvenes que por comunicar y convocar a quienes podrían colaborar en esa gran intuición y compromiso.
Y, sin embargo, son muchos elementos que tenemos que agradecer a Calasanz: descubrir la importancia de la educación para contruir un mundo mejor, el compromiso de una vida entera dedicada a esta misión, aportaciones pedagógicas muy importantes, creación de una comunidad escolapia de referencia para hacer una buena educación, animar a los educadores a llevar un estilo de vida acorde con los valores que inculcan… y mucho más que podemos añadir cada uno de nosotros.
Hoy celebramos su día como Patrono de las escuelas populares del mundo, título que tiene bien merecido, así como el de santo y fundador.