Hoy, 31 de enero, se cumplen 400 años de la publicación oficial de aprobación de las Constituciones.
Necesitó cuatro meses, desde septiembre u octubre de 1620, en Narni, para redactar este texto, encomendado en el Breve apostólico del Papa Paulo V del 6 de marzo de 1617, “Ad ea per quae”, donde se reconocía la nueva Congregación religiosa de las Escuelas Pías y se pedía la elaboración y aprobación de unas constituciones. El encargo de la redacción de este documento al P. Casani no convenció a Calasanz y, tras un tiempo de indecisión y por mandato expreso del cardenal Giustiniani, él mismo asumió esta labor de escribirlas las Constituciones.
No sería fácil para Calasanz esta reclusión por el alejamiento de su vida y misión habitual, pero la responsabilidad de dar consistencia a las Escuelas Pías era, sin duda, una tarea más urgente y necesaria.
Hacía ya 23 años que había comenzado su labor educativa en Santa Dorotea: su experiencia educativa y de líder aquel grupo era grande y los desafíos de futuro aún eran mayores. Los intentos de fusión con otras realidades eclesiales no habían dado el fruto esperado. La experiencia de vida en común, iniciada en julio de 1604, era positiva y siempre necesitada de una orientación y seguimientos mayores. Tenía ya algunos escritos previos y la referencia de las Constituciones de los jesuitas, de los carmelitas descalzos, de la Cofradía de la Doctrina Cristiana y de varias intuiciones de Juan Leonardi y de Felipe de Neri.
Con esas referencias y la propia experiencia era necesario redactar un documento breve y preciso, que asegurase la continuidad de las escuelas y, para ello, la vida consagrada aparecía como la mejor forma de hacerlas crecer y mejorar, con religiosos de vida activa y siempre en equilibro con su vida espiritual y de oración. Tenía necesidad y prisa en esta labor para conseguir cuanto antes la aprobación de las Constituciones y, con ellas, un paso importante para la estabilidad de las Escuelas Pías.
La aprobación definitiva tendría que pasar todavía por varias circunstancias y algunas pequeñas modificaciones que enriquecieron el texto inicial y seguramente provocaron bastante preocupación y trabajo añadido a Calasanz: la presentación el 16 de marzo de las Constituciones al nuevo Papa, Gregorio XV, las dificultades que presentó el cardenal Tonti, el precioso Memorial con que le respondió Calasanz y con el que le convenció plenamente y le convirtió en un importante aliado, la aprobación de la Orden de las Escuelas Pías el 18 de noviembre de 1621 y la publicación oficial de aprobación de las Constituciones el 31 de enero de 1622. Había pasado casi un año desde que Calasanz comenzó personalmente con este trabajo de redacción hasta el momento de su publicación final.
Es muy oportuno destacar que estas Constituciones de Calasanz han marcado la vida de la Orden, como referencia de vida y misión de los escolapios, hasta el 15 de agosto de 1971, en que el Capítulo General aprobó “ad experimentum” una nueva redacción, conservando el mismo espíritu, y hasta julio de 1979 en que fueron aprobadas y siguen vigentes en la actualidad, con pequeñas modificaciones.
Encontramos las Constituciones de Calasanz y también las actuales en https://www.escolapios21.org/wp-content/uploads/2014/04/2004-Constituciones-CC-C.pdf