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23.11.2013

4Hoy se cumplen poco más de dos semanas desde que el tifón Yolanda arrasó toda una serie de ciudades e islas en Filipinas. Hasta el momento, el recuento de las víctimas nos habla de 5.209 muertos, 1.611 desparecidos y 23.404 heridos; 918.000 personas permanecen desplazadas y unas 360.000 viven en centros de evacuación. Prosiguen las tareas de búsqueda de los desaparecidos, con resultados muchas veces infructuosos. Posiblemente muchos de ellos arrastrados al mar. Los sobrevivientes reviven la memoria de los familiares perdidos.

Es cierto que este tifón ha rebasado ampliamente otras tragedias parecidas tanto por el número de muertos, desaparecidos y heridos, cuanto por la cantidad de gente afectada, y por los daños producidos en infraestructuras. Pero también ha puesto al descubierto que existe una falta de preparación para estas desgracias naturales, o que la existente es muy pobre para responder adecuadamente a las mismas. Ha habido una gran ayuda de países y de particulares tanto de Filipinas cuanto de otras organizaciones.

El viernes, día 22, llegaba un barco con más de mil voluntarios de Japón –incluyendo doctores e ingenieros-, que traían con ellos alimentos, medicinas, etc. y equipamiento pesado para ayudar a limpiar la ciudad de Tacloban, y a restaurar la normalidad. Este grupo extenderá su asistencia a otras áreas como la isla de Samar. Ayudarán a restablecer las líneas eléctricas y a reconstruir hospitales y aeropuertos. Quien ha podido ver en internet las fotos de las ciudades afectadas en Japón por el tsunami que arrasó ciudades de la costa nordeste de Japón y su posterior limpieza y reconstrucción, sabrá valorar la importancia de esta ayuda llegada de Japón. En próximos días se espera la llegada de dos barcos más.

Se puede decir que las fuerza locales de gobierno están ya funcionando. También el gobierno central se ha hecho más palpable y actuante. Pero la presencia y asistencia del gobierno fue muy pobre en los primeros días, y ha sido objeto de abundantes críticas

Algún periodista escribía que ha habido dos desastres producidos por el tifón Yolanda. Uno, debido a las fuerzas de la naturaleza, el otro fruto de la respuesta de los hombres. El primero golpeando con una furia nunca conocida (yendo a los archivos periodísticos nos encontramos que en 1912 hubo otro gran tifón que produjo más diez mil muertes en esta misma área). El segundo, relacionado con la lentitud del gobierno para responder al desastre. Este segundo ha durado varios días y ha dejado a muchas personas aturdidas y furiosas, por las declaraciones desafortunadas de miembros del gobierno, por el modo como el presidente cargó las culpas en el alcalde de Tacloban, olvidando que la ciudad estaba arrasada, que los policías, soldados, y trabajadores de la municipalidad estaban entre los afectados y por la tardanza en actuar. Dadas las circunstancias la tarea recaía en el gobierno nacional, pero dónde estaba este gobierno? Ante catástrofes de esta magnitud, los gobiernos locales quedan sobrepasados (como pasó con el huracán Sandy en USA, donde Obama tomó la iniciativa). El gobierno local de Tacloban no necesitaba una ayuda, sino ser reemplazado en las tareas de respuesta al tifón.

Posteriormente la respuesta ha sido más adecuada, pero el vacío de los primeros días, al menos en la respuesta oficial todavía está en el sentimiento de muchas personas. De cara al futuro el gobierno tendrá que marcarse unas líneas de acción y unos programas más acordes con lo que circunstancias semejantes exigen.

Comentábamos que el domingo anterior ya se pudieron celebrar misas en diferentes lugares, muchas veces a cielo abierto o en iglesias que habían perdido total o parcialmente parte de su tejado. Llovía pero esto no impidió que las personas, muchas de ellas sin casas y en situación de duelo por pérdida de familiares, amigos, vecinos, participasen en las celebraciones,

Unas 300 personas in Guiuan, la primera ciudad en ser golpeada por el tifón asistieron a la misa del domingo en el patio de la ahora ruinosa iglesia -con más de 400 años- dedicada a la Inmaculada Concepción.  En Tacloban cientos de devotos se sentaron en los bancos de un suelo empapado de la parroquia del Santo Niño. El testimonio de algunas personas resulta impactante: La iglesia ha podido quedar destruida pero nuestra fe está intacta, como creyentes, como pueblo de Dios. “Faith is stronger than storm”. Decía una de las fieles, mi fe es más fuerte que la tormenta. Otra fiel decía que había asistido a una misa tempranera para reafirmar su fe y pedir coraje para afrontar la tragedia sufrida por miles de personas en la región. Unos vinieron para dar gracias por haber sobrevivido; otros rezaban por los fallecidos. Una mujer de 25 años en Roxas, Capiz, que había perdido su casa en el área costera vino a misa cargando con su hijito de dos meses, admitiendo que era la primera vez que iba a la iglesia en varios meses. “He pedido a Dios que nos ayude”, decía.

El tamaño del desastre y las tragedias personales han sido una dura prueba para su fe, especialmente para gente como el vendedor Rodolfo Susaya que perdió a su esposa y a su hija, o como para la familia Icao, que perdi’o sus cinco hijos de 8, 6, 5, 2 y 1 año, en Tacloban. La madre, Irene Icao, decía que los esfuerzos de su esposo por salvarlos no dieron fruto, y ella también perdió a su hijo pequeño ante la fuerza de las aguas. Es como si mi corazón se hubiera rasgado, cuando oía sus gritos pidiendo ayuda.

Esta semana, el Papa Francisco abrazaba al Arzobispo Cardenal de Manila Luis Antonio Tagle en Roma. El Papa dirigiéndose a la comunidad de filipinos que viven en Roma les decía:

Por qué suceden estas cosas? No puede ser explicado. Hay tantas cosas que no podemos entender. En estos momentos de sufrimiento no seáis tímidos para preguntar: por qué?, justo como lo hacen los niños. Atraeréis los ojos de vuestro Padre sobre vuestro pueblo. Vosotros atraeréis la ternura de vuestro Padre celestial sobre vosotros.

El Papa añadió que cuando los niños preguntan el porqué a sus padres, lo que realmente están pidiendo es amor. Ese es el motivo, dijo, por el que los adultos deben ser como ellos durante tragedias como el tifón. En estos momentos de sufrimiento, tal vez es la oración más útil y provechosa. Preguntar por qué en la oración. Deben rezar la que él llama “la oración del porqué”, como hacen los niños muchas veces con sus padres, y no esperando respuestas. Y añadió yo también os acompaño en la oración del porqué.

Ha comenzado la tarea de reconstrucción, una reconstrucción que abarca nuevas casas y reparación de las damnificadas, carreteras, escuelas, hospitales, industrias, comercios, medios de vida, hasta la ayuda a pequeños pescadores para que puedan reparar sus botes. Los trabajos de ayuda se centran ahora en ofrecer asistencia vital a los sobrevivientes.

En la reconstrucción de las casas las últimas experiencias de terremoto en Bohol y del tifón en las islas Visayas obligan a repensar el modelo de construcción para afrontar terremotos y tifones. Y no es fácil dar con ese modelo. Cuanto más ligera es la casa tanto más susceptible es de ser dañada por fuertes vientos; cuanto más pesada, más sentirá los efectos del terremoto si no tiene una fundamentación muy fuerte.

Los relatos de ayuda e incluso de heroísmo van siendo conocidos.  Las muestras de solidaridad están siendo incontables y muy fuertes, y las personas y grupos empiezan a asumir su parte en la reconstrucción Y junto con las reconstrucción un llamada fuerte a la responsabilidad de los gobiernos nacional, provinciales y locales: han  de estar mejor preparados para afrontar situaciones de calamidad bien sea debido a tifones, volcanes, terremotos u otras contingencias.

Un abrazo.  Miguel Artola