Es bueno recordarnos que Calasanz comenzó su obra como sacerdote en colaboración con laicos. Y lo mismo cuando inició la vida en común para dar mayor fuerza a las escuelas. Y cuando nace la Congregación religiosa quiso mantener bien cerca a aquellos laicos que le habáin acompañado y querían seguir colaborando con la misión escolapia.
Después del Concilio Vaticano II se vuelve a recordar, porque se había olvidado, la importancia del laicado, del Pueblo de Dios con las distintas vocaciones y ministerios. Hoy también con la sinodalidad y tantas buenas intenciones se vuelve a insistir en cuidar el protagonismo del laicado, de todo el Pueblo de Dios.
También los escolapios lo repetimos muchas veces… y hemos de seguir haciéndolo y dando pasos para que las Escuelas Pías sean más que una Orden, para que sean un lugar de participación real para todos los que sean llamados a ello… y, de un modo especial, la Fraternidad.
Celebremos en este día, 27 de noviembre, la fiesta Calasanz, de la Orden y de la Fraternidad de las Escuelas Pías… y sobre todo la fiesta de los niños y jóvenes que nos necesitana a todos bien unidos,