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La destrucción de una persona, de una mujer,
que podría ser Gaza, o Ucrania… o las olvidadas de
Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria y Siria…
o las provocadas por el hambre, la pobreza extrema, la soledad,
la delincuencia, las drogas… y tantas calamidades nos interpelan.

El niño Jesús, que nace pobre en una  familia sencilla de un prqueña país nos invita a descubrir al mismo Dios en todas las urgencia de construir un mundo como Dios quiere.
Estamos ante un inmenso desafío y una divina compañía.