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Así, el objeto sobre el que versa el Sínodo que estamos celebrando es la misma Iglesia, un modo de ser Iglesia, un estilo de vivir y actuar, “nuevo en su intuición, pero antiquísimo en su inspiración”: la ‘sinodalidad’, dimensión constitutiva de la Iglesia, como lo son la comunión o la misión. “Sínodo es nombre de Iglesia”, dirá san Juan Crisóstomo.

En efecto, “nuestro caminar juntos” es lo que mejor realiza y manifiesta la naturaleza de la Iglesia como Pueblo de Dios peregrino y misionero (cfr. ‘Documento preparatorio’, n. 1). La sinodalidad, pues, como objetivo del Sínodo, “designa el estilo peculiar que califica la vida y la misión de la Iglesia” (CTI 70) como Pueblo de Dios, recuerda la Comisión Teológica Internacional; es su ‘modus vivendi et operandi’, más allá de una forma de vivir la colegialidad episcopal.

Fuente y documento completo en https://www.vidanuevadigital.com/pliego/la-sinodalidad-desafio-a-la-vida-consagrada/