Necesitamos un ejército de diáconos para nuestra sociedad- ¡Cuánto bien se podría hacer! ¡Cuántas personas podrían encontrar la felicidad que solamente da Cristo! ¡Cuántos compañeros de trabajo, vecinos amigos, se encontrarían por la mediación de estos diáconos que anuncian a Jesucristo Siervo!, ¡Cuántos pobres podrían ser atendidos!
Todo el esfuerzo pastoral debe apuntar al corazón de la sociedad, en las familias, barrios, en lo cotidiano, ordinario, y es en este contexto, en medio de las responsabilidades ocupacionales, cívicas y públicas, donde encontramos una figura que debería ser clave en la Iglesia del siglo XXI, los diáconos. Estos, cuando son ordenados, el obispo les dice: “Recibe el Evangelio de Cristo, cuyo heraldo eres ahora. …”. Como heraldos, están llamados a llevar la Iglesia al mundo y el mundo a la Iglesia. Y ellos pueden hacerlo en sus quehaceres mundanos inmersos en la familia, el barrio, el mercado, el trabajo, donde en las situaciones cotidianas de la vida un diácono puede llevar el amor y la compasión de Cristo a aquellos que no tienen una relación con Dios. Ese es el ejercito que necesita la Iglesia, ante tanto sediento de la Buena Nueva. Ahí es donde hay que hacer el esfuerzo evangelizador, enviando apóstoles que sean testigos, más que en el “hacer”, en el “ser”, aquellos que viven en matrimonio, con hijos, con sus variados trabajos y que a la vez son ministros de la Iglesia y puedan mostrar el rostro de Cristo siervo.
Fuente y artícuo completo en https://lc.cx/tgsyi4