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Después de escuchar mucho y de conocer muchas situaciones personales, he llegado a dar nombre a los puntos fundamentales en los que se juega nuestra consistencia vocacional. Obviamente, los que os voy a presentar son mi lectura de este desafío, iluminado por las experiencias de aquellos que veo que lo han conseguido y por los errores de aquellos que veo que se han despistado, que de todo tenemos en la Orden. Es mi visión. Claro que cada uno de nosotros podemos añadir otras claves, subrayar algunas de estas o expresarlas de otro modo. Yo comparto lo que veo, con la esperanza de que nos ayude en el camino.
Antes de citar los “puntos clave” que veo fundamentales, quiero decir una palabra sobre la “consistencia vocacional”. Se puede definir de muchas maneras, pero he elegido una muy concreta: un párrafo de la carta que me escribió un joven escolapio en el momento de pedir su profesión solemne. “Durante estos años he tenido experiencias diversas en mi proceso vocacional. He conocido la alegría, la pasión por mi vocación, el desánimo, la sequedad espiritual, el valor del acompañamiento, el consuelo de la transparencia, la decepción de pecado y de mis propias debilidades, la importancia de los niños en nuestra vida -aunque a veces no son fáciles-, la serenidad de la oración, la fuerza de la comunidad… He podido experimentar bastantes de las cosas que son propias de nuestra vida. Pero he llegado a una conclusión que vivo con certeza, y que le comparto con confianza: con todas mis fuerzas, quiero tratar de ser un nuevo Calasanz; deseo vivir mi vocación con la consistencia con la que él la vivió, de modo que mi alegría, mi fidelidad y mi testimonio no dependan de que las cosas me vayan bien o mal, sino de que yo le deje al Señor sostenerme en el camino”.

Carta completa en https://scolopi.org/wp-content/uploads/2024/12/salutatio-202501-ENE-FEBR.pdf