Una reflexión de interés y con propuestas de Xiskya Valladares, rp, en Religión Digital
No hace falta describir el panorama en que nos encontramos. Todos lo sabemos, pero en pocas palabras sería: envejecimiento de las comunidades, pérdida de identidad y sentido de misión, dificultades económicas, y en algunos casos también desvinculación con la sociedad actual, tensiones internas, falta de renovación, y casos de abusos.
El mundo y la Iglesia necesita de la Vida Consagrada. Y eso nos lleva a afrontar los desafíos:
- Fomentar la pastoral vocacional.
- Intercongregacionalidad.
- Integración de laicos en la misión.
- Escucha activa y discernimiento comunitario.
- Actualizar el lenguaje y los medios.
- Presencia en las periferias.
- Formación permanente en clave sinodal.
- Acompañamiento espiritual y psicológico.
- Gestión colaborativa de recursos.
- Innovación en la sostenibilidad económica.
- Prácticas sinodales internas.
- Renovación del liderazgo.
Y todo esto en clave de esperanza dando testimonio profético que muestre con alegría y valentía que la vida consagrada sigue siendo relevante y transformadora en un mundo herido.
Fuente y texto completo en https://lc.cx/BEFm9L