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Celebramos hoy el día del mayor amor: el que es capaz de dar la vida por la persona amada.
Y eso es especialmente grandioso cuando es el mismo Dios quien da su vida por cada ser humano, que es amado hasta el extremo, sin condiciones, con entrega absoluta incluso por encima del dolor y el abandono…
Hoy parece que la muerte ha vencido, que la injusticia se impone al bien y a Jesús, el hombre que pasó por el mundo haciendo el bien.
La cruz es un destino que no debe ser la última palabra… Hoy «celebramos» la muerte en cruz, porque reconocemos el amor que puede haber en la cruz.