Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Cuarenta y ocho países del mundo destinan más recursos al pago de intereses de su deuda externa que a sectores esenciales como la educación o la sanidad. Así lo revela el informe “Un mundo de deudas” (A World of Debt) publicado por la Agencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNCTAD).
El denominado “servicio de la deuda” -el pago de los intereses de los préstamos recibidos- impacta de manera directa y severa en la vida de las poblaciones más vulnerables, al obligar a los gobiernos a recortar presupuestos destinados a la educación, la atención médica o los subsidios para alimentos y combustibles. Las protestas que se registraron en 2024 en Nigeria y Kenia, lideradas en su mayoría por jóvenes, están estrechamente vinculadas a este mecanismo. Para hacer frente al pago de intereses y reducir el endeudamiento total, los gobiernos de ambos países promovieron reformas fiscales que incluían aumentos impositivos y la reducción de subsidios.
Durante la audiencia general del 5 de junio de 2024, el papa Francisco se dirigió a los participantes en el seminario “Afrontar la crisis de la deuda en el Sur del mundo”, organizado por la Pontificia Academia de las Ciencias. En aquella ocasión, el Pontífice señaló: «Tras una globalización mal gestionada, la pandemia y las guerras, nos enfrentamos a una crisis de la deuda que afecta sobre todo a los países del Sur del mundo, generando miseria y angustia, y privando a millones de personas de la posibilidad de un futuro digno».
Francisco expresó su esperanza de que el Jubileo de 2025 abra el camino hacia «una nueva arquitectura financiera internacional audaz y creativa». Una urgencia respaldada por los datos del informe de la UNCTAD, que concluye: «La arquitectura financiera mundial ya no es capaz de satisfacer las necesidades del mundo en el siglo XXI. Esto supone un desafío sustancial para el desarrollo sostenible».
Esa nueva arquitectura, según el informe, debe ser valiente y creativa para superar un sistema que, en su forma actual, perpetúa las desigualdades. «Los países en desarrollo se enfrentan a una arquitectura financiera internacional cuyas asimetrías arraigadas exacerban el impacto de las crisis en cascada sobre el desarrollo sostenible. Este sistema intensifica su carga de deuda, limita el acceso a financiación asequible y empuja a muchos países a recurrir a préstamos de fuentes externas más costosas y volátiles», señala el informe.
Desde 2022, el aumento de las tasas de interés a nivel mundial ha agravado aún más el problema, tensionando los presupuestos públicos y haciendo que el pago de la deuda crezca más rápido que la inversión en servicios básicos como salud, educación o medidas para mitigar el cambio climático. En el mundo en desarrollo -donde viven 3.300 millones de personas-, uno de cada tres países destina más recursos al servicio de la deuda que a estos sectores fundamentales.
Según la UNCTAD, «el servicio de la deuda pública externa alcanzó los 365.000 millones de dólares en 2022, equivalente al 6,3 % de los ingresos por exportaciones». A modo de comparación, recuerda el informe, el acuerdo de Londres de 1953 sobre la deuda de guerra alemana limitó el pago de deuda externa (pública y privada) al 5 % de los ingresos por exportaciones, para no comprometer la recuperación del país. Hoy, en cambio, el trato que reciben las naciones más pobres es muy diferente. El 61 % de la deuda de los países en desarrollo está en manos de acreedores privados, que no están sujetos a restricciones políticas ni éticas al momento de exigir el pago de los intereses.
Por esta razón, resuena con fuerza el llamado que el papa Francisco hizo el 16 de diciembre de 2024, durante un encuentro con representantes del sector bancario: «El Jubileo que se avecina nos recuerda la necesidad de condonar las deudas. Es la condición para generar esperanza y futuro en la vida de mucha gente, sobre todo de los pobres. Les animo a sembrar confianza. No se cansen de acompañar y de mantener alto el nivel de justicia social».
(L.M.) (Agencia Fides 6/6/2025)