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La interminable matanza de niños asesinados mientras están en la escuela se agrava cada año, volviéndose cada vez más brutal. En África, en el corazón de Europa, en Oriente Medio marcado por la tragedia de Gaza, como en Estados Unidos, donde las «Columbine High School» (escenario de la masacre de 1999 que marcó la memoria colectiva) se han multiplicado por decenas, con su carga de muertes sin sentido y sin explicación.
Los datos recopilados y presentados por las Naciones Unidas hablan por sí solos: en 2024, los ataques contra niños y niñas en edad escolar superaron los 41.000. En términos relativos, el aumento respecto al año anterior es del 44 %.
Durante 2025 se registraron episodios en Tampere, Finlandia, en mayo; en Graz, Austria, en junio; en Nantes, Francia, en abril; en Dallas, Texas, el 15 de abril, y en Uvalde, el 10 de junio, donde fueron víctimas solo en este último ataque 19 niños. En Minneapolis, el 27 de agosto, otros niños fueron asesinados en una escuela católica.
El fenómeno suele ser registrado por la red de medios de comunicación globales cuando afecta a países ricos, pero en realidad es más devastador y extendido en zonas aisladas y en regiones en guerra.
Según los datos proporcionados por la ONU con motivo del Día Internacional para la Protección de la Educación, los lugares más afectados son los Territorios Ocupados Palestinos, en particular la Franja de Gaza, seguidos de la República Democrática del Congo, Somalia, Nigeria y Haití. Aquí, como en otros lugares, aumentan todas las formas de violencia sexual contra mujeres jóvenes y niños. Igualmente alarmante, según la ONU, es el incremento de la brutalidad que caracteriza otros tipos de delitos, como el reclutamiento forzoso de niños soldados en edad escolar.
En Ucrania, cinco millones de niños se enfrentan a dificultades para acceder a la educación, y 115.000 ni siquiera tienen la posibilidad de abrir un libro. Casi 2.400 escuelas han sido destruidas, y 400.000 niños y niñas deben recurrir a la enseñanza a distancia, cuando las conexiones lo permiten. Los jóvenes y los profesores que han podido beneficiarse de la ayuda de la ONU para continuar con la actividad docente son casi el mismo número, especialmente en las regiones donde los combates son más intensos.
En Gaza, la situación es cada vez más trágica: más de dos millones de desplazados viven bajo los ataques israelíes y 660.000 niños se ven privados del derecho a la educación. Miles y miles se ven también privados del derecho a la vida; cuando las estructuras escolares se reconvierten en refugios, a menudo se transforman en trampas. El pasado mes de mayo, las bombas alcanzaron el instituto Fahmi Al-Jirjawi, con un balance de 50 muertos.
«Ningún niño debería arriesgar su vida por aprender», escribió el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, en un mensaje en X con motivo del Día de la Protección de la Educación: «la pluma, la clase y el libro son y siempre serán más fuertes que la espada».
Un pensamiento especial para las víctimas del ataque contra una escuela en Örebro, Suecia, el pasado 25 de febrero. Todos eran adultos, todos inmigrantes. Habían vuelto a la escuela para integrarse y vivir en paz en un país dispuesto a acogerlos. Al fin y al cabo, también tenían corazones de niños.
(Agencia Fides 23/9/2025).