- Comunicar desde la misión y el carisma. Toda acción de marketing debe partir del carisma fundacional y el proyecto educativo evangelizador. La misión no es un eslogan: es la razón de ser que debe inspirar el tono, los mensajes y las imágenes. Lo que se comunica no es solo información, sino identidad y testimonio.
- Mostrar coherencia entre fe, valores y propuesta educativa. El marketing con identidad católica no vende un producto, ofrece una experiencia de fe, conocimiento y comunidad. Cada mensaje debe reflejar los valores del Evangelio: esperanza, solidaridad, servicio y alegría.
- Poner al estudiante en el centro. El alumno no es un destinatario pasivo sino protagonista de su aprendizaje. Las campañas deben mostrar rostros, historias y proyectos reales que reflejen crecimiento, compromiso y transformación.
- Generar comunidad, no solo audiencia. Más que seguidores, el objetivo es construir redes de vínculos: familias, docentes, exalumnos, parroquias, aliados. El marketing educativo católico crea comunidad, fomenta el sentido de pertenencia y despierta orgullo institucional.
- Narrar con esperanza. Cada escuela católica tiene un relato de esperanza que debe ser contado. La narrativa institucional debe inspirar y mostrar cómo la fe impulsa innovación, justicia y compromiso con la vida. “Educar es un acto de esperanza” (Pacto Educativo Global).
- Cuidar la estética y el lenguaje. El diseño y el tono deben transmitir belleza, serenidad y cercanía. Las palabras, las imágenes y los símbolos deben evocar la fe y la excelencia, sin caer en clichés religiosos ni en frialdad corporativa.
- Aprovechar la inteligencia digital con discernimiento. La comunicación digital, la inteligencia artificial y las redes sociales son herramientas al servicio de la misión, no fines en sí mismas. Se deben usar con ética, creatividad y espíritu crítico, potenciando la verdad y el bien común.
- Escuchar antes de comunicar. El marketing con identidad parte del encuentro y la escucha activa de estudiantes, familias y docentes. Solo quien comprende las necesidades reales puede ofrecer mensajes que conecten y transformen.
- Medir el impacto desde criterios evangélicos. El éxito no se mide solo por inscripciones o likes, sino por vínculos fortalecidos, proyectos de vida inspirados y comunidades comprometidas con el Reino de Dios.
- Innovar con raíces. La innovación en la escuela católica nace de la tradición que inspira. Las nuevas estrategias de comunicación deben honrar la historia y proyectar un futuro donde la fe y la creatividad se abracen.
Para concluir: Potenciar el marketing educativo en la escuela católica es una forma de evangelizar con profesionalismo, belleza y esperanza. Es unir tradición e innovación para que cada mensaje sea una semilla del Reino en el corazón de quienes escuchan.
Oscar A. Pérez Sayago, Secretario General de la Confederación Interamericana de Educación Católica
