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Calasanz 25 agosto

SAN JOSÉ DE CALASANZ, Nuestro Santo Padre.

Las Escuelas Pías, la Iglesia, las personas de buena voluntad y sobre todo los niños y jóvenes, celebramos con profundo gozo la solemnidad de San José de Calasanz. Como Congregación General, nos unimos a vuestra alegría y acción de gracias a Dios, y os felicitamos de todo corazón, deseando que la celebración de Nuestro Santo Padre sea para todos una buena oportunidad para renovar nuestro compromiso escolapio y fortalecer nuestro camino de fe.

Os invitamos a contemplar a Calasanz, con la mirada cariñosa de quien se siente hijo y discípulo. Contemplándole, nos hacemos más conscientes de que Dios, nuestro Padre, nos propone en Calasanz una manera nueva y radical de seguir al Señor Jesús. Tenemos un ejemplo, una pista segura, un sendero cierto desde el que poder aspirar a ser fieles a nuestra vocación: el ejemplo de Calasanz.

Al contemplarle, vemos a un hombre del que podemos decir que buscó intensamente a Dios. Desde niño; como joven sacerdote; como buscador, en Roma, de la voluntad de Dios; como fundador comprometido y entregado de sus Escuelas Pías. Al verle, al leer sus escritos, al ver su obra, podemos entender qué significa ser un hombre de Dios, que significa orar con intensidad, qué quiere decir confiar en el amor providente de Dios y poner en sus manos su obra y su vida. Y todo esto, sin dejar de luchar, día a día, por consolidar aquello que sabía y sentía que era la voluntad de Dios para su vida.

Al contemplarle, podemos entender qué quiere decir estar centrados en el Señor Jesús, qué supone recorrer un camino de identificación con los sentimientos y con la vida del Señor, qué supone estar preocupado cada día por los hermanos para que ellos vivan también centrados en Jesús.

Mirando a Calasanz podemos entender que la Misión que encarnó, la educación evangelizadora de los niños y jóvenes, sobre todo de los más pobres, no fue sólo una opción extraordinaria capaz de cambiar la historia de la humanidad, sino sobre todo, una respuesta vocacional, honesta y humilde, a la llamada de Dios.

Contemplando a Calasanz podemos entender el Evangelio que hoy escuchamos en la Eucaristía: cuando acogemos a un niño es al Señor a quien acogemos. Esa fue la experiencia de Calasanz, que no podía dejar al Señor Jesús en la calle, sino que se entregó a Él con amor incondicional.

Contemplando a Calasanz podemos comprender de dónde sacaba fuerzas para estar trabajando cada día con el mismo entusiasmo y para superar sus decepciones y desánimos, en qué se apoyaba para llamar a sus hermanos a la continuidad vocacional y a la alegría en el momento de la reducción de la Orden o porqué se atrevió a discutir con las autoridades de la Iglesia para conseguir la aprobación de las Escuelas Pías.

Sólo hay una explicación, hermanos: el Señor le llamó y estaba con él, y Calasanz respondió intensa y generosamente. El Señor le fortaleció y Calasanz se desgastó, apoyado sólo en la fortaleza que le era regalada.

En pleno Año de la Vida Consagrada, os pedimos vuestra oración por todos los religiosos escolapios, para que el Señor nos ayude a vivir intensamente la Vida Consagrada que somos llamados a vivir. La Vida Consagrada tiene sentido si encarna, asume y transmite con significativa claridad el carisma del que es portadora. En nuestro caso, el carisma entregado por Dios a Calasanz, y a la Iglesia a través de nuestra Orden.

Oremos para que este Año de la Vida Consagrada nos ayude a convencernos de que necesitamos profundizar aún más en el carisma que nos es propio, y hacerlo no solamente en el nivel de la formación o conocimiento de la persona de Calasanz o de sus aportaciones, sino también en la reflexión y vivencia de lo que significa ser portadores de su carisma y en lo que representa realmente ser discípulos y testigos del Señor Jesús. Esta es la gran verdad de Calasanz: porque fue un buen discípulo del Señor pudo ser su testigo entre los niños y jóvenes, y ante la Iglesia y la sociedad.

Muchas felicidades a todos, y que Dios os bendiga.

P. Pedro Aguado, P. General. P. Miguel F. Giráldez, Asistente General por Europa. P. Francisco Anaya, Asistente General por América. P. Pierre Diatta, Asistente General por África. P. József Urbán, Asistente General por Asia. Roma, 25 de agosto de 2015, solemnidad de San José de Calasanz.