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Vivir la Fraternidad escolapia es descubrir que el Padre Dios nos hace sus hijos e hijas y nos regala unos hermanos y hermanas para vivir de acuerdo con su mayor deseo: que seamos felices ahora y para siempre, junto con toda la humanidad.

Quienes descubrimos esto desde la familia escolapia, viendo en Calasanz un padre (así con minúscula) que nos ayuda a descubrir al Padre (con mayúsculas) de cada uno de nosotros y, sobre todo, de los niños y pobres que se convierten en nuestros hermanos… estamos muy cerca de vivir la Fraternidad (así con mayúscula) escolapia: solo falta hacer el compromiso ante el Padre del cielo y los hermanos escolapios (de la Orden y de la Fraternidad) para que quede constancia de nuestro compromiso y para que puedan contar con nosotros.

¡Esto debe ser el tesoro escondido en el campo del que habla el Evangelio!