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Los jóvenes son los que son, como son y fruto de su época. Con el tiempo, quizá lleguen a ser libres y a gobernar su destino. Pero un joven, por definición, dada su implicación novedosa en el mundo, por el cual se queda admirado y prendado, es hijo de su tiempo y su lugar. Es reflejo de su familia, su educación y su época. Definimos entonces al joven como aquel que está introduciéndose en el mundo, gateando en él. Cree que anda, pero gatea. Y hoy sabemos mucho de la importancia de gatear.

Basta por tanto estudiar la época para encontrar al joven. Es suficiente salir a campo abierto y encontrarlos en sus andanzas. Como recordaba con humor el periodista Carles Capdevilla, si preguntamos directamente a un joven qué hace, dónde ha ido y con quién, lo más seguro es que responda: «Nada, en ningún sitio, con nadie». Lo cual quiere decir que busca su espacio alejado de las miradas y el control de quien hasta ahora le ha supervisado en prácticamente todo lo que hacía. Necesita espacio personal como el comer y lo encuentra en el mundo que está a su disposición, el más inmediato y fácil de recorrer. ¿Cuál es este mundo?

Hablaré en el artículo de siete aproximaciones cristianas, en forma de notas, que nos permitan describir algo de su universo. Pero dejo a la responsabilidad de cada cual la auténtica aproximación y diálogo.

Fuente y atículo completo en https://rpj.es/con-que-joven-hablamos/?utm_source=dlvr.it&utm_medium=twitter